Entre el mes de Diciembre del año que ha acabado y el mes de Enero de este recién estrenado año, los conductores de autobuses de TMB (Transports Metropolitans de Barcelona) han realizado siete días de huelga en los que han reivindicado dos días de descanso semanales, ya que actualmente solo disfrutan de cinco días de descanso al mes.
El aumento de descanso tiene fácil arreglo: aumento de la plantilla de conductores. Pero a esto no está dispuesto por el aumento en salarios, ni la dirección de TMB ni el Ayuntamiento de Barcelona, Ayuntamiento que no duda a la hora de tener el alcalde que más cobra de todos lo del estado español. TMB tampoco repara en gastos a la hora de pagar unos sueldos desorbitados a sus directivos, eso sí, cada año sube el precio del transporte para seguir siendo el más caro de todo el territorio español.
Pero entrando a fondo en el asunto, hay que destacar que la lucha que han mantenido los trabajadores ha sido ejemplar, decidiendo en todo momento mediante asambleas los pasos a seguir, sin que nadie decida por ellos. Por estos motivos les doy todo mi apoyo y mi solidarizo con ellos en la lucha que aún les queda por delante.
Y les queda mucha lucha porque la dirección de TMB, muestra una actitud déspota y dictatorial ante la demanda de estos trabajadores. Para ello cuenta, y ha contado, con el apoyo de una serie de personajes que han hecho un gran trabajo en los medios de comunicación para criminalizar a los conductores.
Entre ellos podemos destacar al periodista Alfred Bosch, que no ha dudado en escribir en el Diari Avui que “los conductores han protagonizado algunos episodios de kale borroka”, o el escritor Joan Josep Isern, que en su blog ha tachado al presidente del comité de empresa de TMB (y conductor de autobús) de “individuo peligroso…cínico y poca vergüenza…”, o el periodista Joaquín Roglan, que en La Vanguardia lanza contra los conductores adjetivos como cobardicas, piquetes de matones o funcionarios privilegiados.
Pero lo que ya es una muestra de que vivimos en una falsa democracia, es la actitud de los mossos de escuadra y de la fiscalía. Los primeros detienen a un conductor acusándolo de que los agrede con un paraguas (cuando son ellos los que le dan una paliza), y la fiscalía por pedir cárcel a este conductor por la supuesta agresión.
En que país vivimos en el que se criminaliza a trabajadores que luchan por mejoras laborales, incluso pidiéndoles cárcel, y en cambio quedan sin respuesta por parte de la Justicia casos como el del obispo de Tenerife, que en el diario ‘La Opinión’ acusa a adolescentes de 13 años de ser los que provocan y desean que se abuse sexualmente de ellos. O casos que no se resuelven por (parece ser) haber interés de algunas personas para que no se resuelvan, como el del joven Pedro Álvarez, asesinado hace ya 15 años en L’Hospitalet por un policía.
Ahí queda la reflexión.
Antonio Aranda
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